Cuando hablamos de Pago de la Oliva, inevitablemente hablamos de una familia, la familia Barbero.
José Barbero Capdevilla, fundador y visionario en su tiempo, siempre supo que quería viñedos. Un sueño que hoy se ha hecho realidad, donde el trabajo de más de treinta años dedicados a los viñedos nos ha permitido ver con orgullo cómo tres generaciones trabajan codo con codo en el campo y en la bodega.
Su pasión es la tierra, la agricultura y sus viñedos...
Cuando hablamos de Pago de la Oliva, inevitablemente hablamos de una familia, la familia Barbero.
José Barbero Capdevilla, fundador y visionario en su tiempo, siempre supo que quería viñedos. Un sueño que hoy se ha hecho realidad, donde el trabajo de más de treinta años dedicados a los viñedos nos ha permitido ver con orgullo cómo tres generaciones trabajan codo con codo en el campo y en la bodega.
Su pasión es la tierra, la agricultura y sus viñedos.
La historia comienza con un joven sevillano recién llegado a Tudela de Duero, enamorado del campo y trabajando de sol a sol. Los mayores del pueblo le llaman "el chico", porque guardan un buen recuerdo de un joven que, a pesar de su corta edad, trabajaba en el campo con pasión y valentía.
En el campo, buscaba las respuestas que la propia naturaleza le daba sobre dónde y cómo hacer las cosas, dónde plantar las viñas, cómo preparar el suelo.... Siempre trabajó con entusiasmo y con una filosofía de vida: "El único camino posible es hacer las cosas de la mejor manera posible".
Los viñedos de Pago de la Oliva se encuentran en una zona privilegiada, Tudela de Duero, que siempre ha sido conocida por sus huertas y sus vinos de calidad, ya que cuenta con un microclima muy favorable para su cultivo.
Esta localidad castellana, conocida como "la lágrima feliz del Duero", forma parte también de la reconocida "Milla de Oro", una zona de gran tradición vitivinícola que ha dado lugar a grandes bodegas y grandes vinos. Un terruño único por el que sentimos algo especial.
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